La importancia de disentir.

viernes, 15 de octubre de 2010


Normalmente las personas disentimos, en actitudes, posiciones, gustos, etc. ¿pero porque es importante disentir?

Algunas veces unos dicen que es simplemente por llevar la contraria, otros a los que disentimos, nos dicen radicales, hasta nazis, palabra de moda muchas veces para declararle la guerra ideológica a los que pensamos diferente, pero estos olvidan la importancia que tiene para la sociedad un no estoy de acuerdo, algunas veces matizado de ciertas veces de ganas de extenderlo a vocablos menos decentes.

No estoy de acuerdo con las cosas que me parecen injustas, inmorales o  estúpidas,  no creo en el colectivismo, creo en el individualismo, creo en que cada quien se forme su futuro, creo en que es necesario alejarse de las grandes cargas del pasado, de esas tareas que quedaron en la lista de "por hacer" de otros y buscar destino escogiendo lo que me toca, lo que debo hacer, lo que no debo olvidar, alejándose de la mal llamada memoria histórica, del no debo hacer eso para no despertar los fantasmas de un pasado peor, no creo en Dios, no creo en el estado (si con letras minúsculas, no merece ser tratado como sujeto), tampoco creo en las intenciones de las personas, no creo en modelos fallidos,  no creo en los heroes de antaño, es estúpido seguir pensando en que hubiera hecho pepe figueres ante esta situación, que hubiera hecho reagan, que hubiera hecho jesús, creo en mi en mis ideas (cuando las tengo), creo en los resultados, creo en las metas y trabajar para lograrlas,  siempre propias no impuestas por alguno de los fantasmas que persiguen cualquier nueva idea, por alejarse de lo que debería ser según ellos, creo en el viaje a las estrellas, creo que la gente debería en lugar de aprender historia, sentarse a imaginar; creo en disentir, no en vano, sino como principio de algo más propio, algo más intimo.

Odio el debo saber de donde vengo para saber a donde voy, porque la realidad es tan simple como que uno intenta las cosas, intenta lograr un rumbo, si se intenta con suficiente esfuerzo se alcanza, pero a veces uno lo que ha planeado por tanto tiempo no es lo que realmente quiere o necesita.

Creo en la indeterminación, en la teoría de cuerdas, en los universos paralelos, creo que a veces es bueno intentar pensar cuánticamente para encontrar soluciones a los problemas más inesperados, por supuesto no creo en el socialismo cuántico, no creo en las formulas sociales, ni económicas, al final de cuentas son solo especulaciones, creo en la autodeterminación de los individuos, que hagan lo que quieran, me encanta el caos de ver a varias personas discutiendo, me encanta la idea de no saber que viene y me divierte pensar que irónicamente  el pensar tan tontamente que se tiene control absoluto sobre todo lo que nos rodea, es el ejercicio más imaginativo del ser humano, porque no es que exista un gran titiritero que jale todos los hilos en un bello baile coordinado, sino todo lo contrario, todos los cables están tan enredados que las cosas se mueven con velocidad chocando unos contra otros torpemente, que entre más controlamos la economía peor nos va, entre más prohibimos algunas cosas, más se usan, entre más nos alejamos de nuestra naturaleza libre, peor se ponen las cosas, ese temor de las personas de sentirse desoladas por la falta de alguien (o algo como su estado) que les diga que está bien y que está mal, y caer en el pánico por encontrarse obligados a tomar decisiones por si solos.

Me gustan los temblores, huracanes y tornados, me gustan los volcanes y la selva, me gusta saber que no tengo el control sobre mi ambiente y me siento cómodo así me agrada saber que estadísticamente es imposible que estemos solos en el universo, saber que no somos la única especia inteligente, me gusta pensar que mi perro entiende, solo que se comunica de una manera que no entiendo completamente, no me gustan los convencionalismos y si puede ser que este en contra de todo lo que otros aprecian, per estoy completamente a favor de lo que me gusta.

Delincuencia, democracia y desarrollo

miércoles, 6 de octubre de 2010

Hoy estaba en mi trabajo y mi novia me envió un mensaje y me decía que nunca había visto que la policia detuviera y le incautara la mercadería a los vendedores ambulantes, que porque lo hacían, excelente pregunta, ¿porque lo hacen?

Yo soy un gran creyente de la libertad, tanto social como económica, pero siempre he pensado en los vendedores ambulantes de una manera muy particular, algunos son claros violadores de leyes de propiedad intelectual, otros son pequeños artesanos que no tienen los medios para poder vender en un mercado o similar, que no pueden instalarse en una zona turística a vernderle souvenirs a los adinerados turistas que nos visitan, ese tipo de vendedor ambulante es al que es necesario brindar protección al otro, al que vende mercadería pirata no lo hace sino por necesidad, nadie se hace rico o sale de la pobreza vendiendo a DVD's quemados, seamos sinceros, talvez algunos ni puedan comprarse una computadora o adquirir los medios para descargar las películas que comercializaran luego, solo son foot soldiers, venden lo que les dan, dan la mayoría de sus ingresos al que les da la mercadería y ellos se dejan una pequeña ganancia, si bien no es correcto que se les de protección o libertad para ejercer su oficio (dado que consiste en un delito), se convierte en un problema creciente en una sociedad que no genera los suficientes empleos, y las personas siempre van a buscar una forma de sobrevivir, ya sea legal o ilegalmente.

El segundo punto importante a rescatar de estos vendedores es aún una situación más apremienta, la demanda por este tipo de mercancias, vivimos en una sociedad de piratería, que no le otorga suficiente importancia al producto intelectual, por desgracia es una realidad, la mayoría del software que consumimos es pirata, nuestro entretenimiento también, así que esos vendedores solo son una manifestación de los gustos y preferencias de los consumidores, no todo es culpa de los vendedores.


Con respecto a los pequeños artesanos que tienden a vender sus mercancias en la avenida central, desde los pintores que se sientan todos los días frente a la librería Lehman hasta las señoras que venden sweters, fajas y hasta tirantes de brassier, es una condición bastante diferente, no cometen un delito más que el no tener una patente municipal y siendo sincero, prefiero tener inconvenientes al caminar por la avenida central a que familias mueran de hambre por no contar con absolutamente ningún ingreso, me parece que es simplemente una ponderación de intereses, ¿prefiero caminar tranquilamente por la avenida central porque todos esos vendedores en este momento están muriendo de hambre? o ¿mejor andar incomodo 500 metros por personas que en lugar de dedicarse a tareas deningrantes o delictivas están esperando que pase alguna persona a comprarles algo? Sinceramente me parece mejor los 500 metros incomodo.

La gente no entra a la economía informal por conveniencia, lo hace por necesidad, lo hace por la incapacidad de cubrir sus necesidades más básicas de manera formal, en una fabrica o similar donde pueda aplicar sus habilidades, el sector informal de la economía siempre me ha parecido el salvavidas, cuando la economía no esta funcionando bien, la gente acude a sus propios medios, cuales sean para sobrevivir, la cuestión es que la obligación del Estado en lugar de perseguirlos debe ser abaratarles su ingreso a la economía formal. En Costa Rica formar una empresa (pequeña o grande) es un camino largo y tortuoso, normalmente encargado a un bufete de abogados, por la maraña de trámites y formalidades que implica, lo cual convierte el proceso en costoso, el tiempo siempre cuesta más cuando es de un profesional ( o varios para los que pueden) lo que aleja a todas esas personas, esos pequeños artesanos de alcanzar la formalidad, de pagar  sus impuestos y hacerse cargo de sus gastos de seguridad social, que mayor sueño para uno de los Haitianos  que venden papitas y gelatinas o una de las señoras que vende tiras de brassier que poder vivir asegurados y no temer por que la policia le quite su mercadería, y lo harían si pudieran acceder a la formalización de sus ideas, a un costo bajo (tanto en tiempo como dinero) y con posibilidades de aprovechar su deseo de trabajar.

Ellos no son más que el síntoma de la imposibilidad de nuestro sistema para aceptar que la tramitología y el exceso de formalismo que vivimos en este país no hace más que obligar a esas personas a mantenerse en el anonimato de un grito en la avenida central, ofreciendo lo que tengan en la mano, sea legal o no. Una vez (cuando trabajaba en las inmediaciones del Banco Central) le pregunte a una señora que me saludaba en las mañanas que si no le daba miedo que llegara la policia municipal y me dijo:  "si claro que me da miedo, pero me da más miedo que mis hijos no coman mañana". Así que gracias al Estado por obligarlos a mantenerse en la informalidad. Salud.